La deficiencia de hierro tiene una alta prevalencia en nuestra población, particularmente elevada en grupos vulnerables; es elevada en la población en menores de 5 años y en mujeres embarazadas. La Encuesta Nacional del 2003 encontró una prevalencia de 40% de las embarazadas y en la infancia, estas cifras no han mejorados desde entonces, a pesar de la implementación de medidas para su tratamiento y prevención, existencia de normas nacionales y campañas para la educación de la población en los medios de comunicación para el consumo de alimentos ricos en hierro y de suplementos de hierro.
Existen mitos muy arraigados en nuestra cultura, relacionados al uso del hierro, que debemos vencer y esta es una de las principales barreras en el cumplimiento del tratamiento por parte del paciente. El otro nudo crítico es el desconocimiento por parte del profesional de la salud de la forma correcta de administrar el tratamiento, el tiempo y la monitorización; ya que estos son las principales causas de la falta de respuesta del paciente.
Sabemos que la anemia en el primer trimestre de la embarazada aumenta tres veces el riesgo de partos prematuros. Los niveles por debajo de 11 g/dL en el primer año de vida produce 10 puntos menos en los resultados del IQ, diferencia que se mantiene hasta la edad adulta y que no se corrige a pesar del tratamiento posterior con hierro. La deficiencia de hierro en los primeros cinco años produce alteraciones irreversibles en el neurodesarrollo de esta población, afectando memoria, lenguaje y aprendizaje.
¿Qué medidas han demostrado impacto en la reducción de la prevalencia de la deficiencia de hierro y que podemos implementar como médicos cada uno de nosotros desde nuestro puesto de trabajo sin hacer mucho esfuerzo?
- Mejorar el estado nutricional de la mujer edad fértil.
- Promover la monitorización de anemia y deficiencia de hierro en la mujer; así como también la utilización de hierro y ácido fólico en las mujeres con deficiencia y que se encuentren en edad reproductiva.
- Mejorar los índices de control prenatal.
- Promoción de lactancia materna en todos los embarazos.
- Uso de hierro en todos los prematuros desde su hospitalización en UCIN.
- Utilización de suplementación con hierro desde el segundo mes de vida por nuestra alta prevalencia de deficiencia de hierro.
- Iniciar la ablactación al sexto mes con los alimentos recomendados.
- Monitorizar a todos los niños anualmente con hemograma y administrar tratamiento adecuado a todos los que muestren disminución de sus depósitos de hierro.
- Desparasitación universal periódica.
- Mejorar el estado nutricional de la población infantil: lactantes, pre-escolares, escolares y adolescentes.
- Uso de alimentos fortificados.
- Si el bebé no es alimentado con leche materna, debemos evitar el consumo de leche entera de vaca en el primer año de vida y en esos casos debemos utilizar sustitutos adecuados de leche materna, ya que estos contienen hierro y otros micronutrientes en cantidades adecuadas.
Reconocemos que otro tanto pueden hacer las autoridades de Salud y el gobierno nacional en esta cruzada, pero cada uno de nosotros, desde su pequeño universo puede aportar su granito de arena y hacer la diferencia para nuestros niños panameños.